martes, 16 de junio de 2009

caracterizacion lingüística

El desarrollo verbal está muy unido a la función auditiva. La comprensión verbal, que implica a la corteza cerebral auditiva, depende de la percepción de los sonidos del habla y de la competencia y actuación lingüísticas adquiridas.

Los fonemas de una lengua son sonidos complejos que requieren para su descodificación la intervención de la corteza auditiva. (Torres Monreal et al, 1995).

La comunicación oral es una metodología de comunicación que se basa en la estimulación auditiva y de las emisiones orales para la comunicación. Pone el énfasis en el aprendizaje de la metodología verbo tonal y de la lectura labial (Torres y Sánchez, 1997)

En el caso de los niños con deficiencia auditiva, por un lado son sujetos que presentan carencias sensoriales que le dificultarán de manera dramática en el futuro de la comunicación mediante al lenguaje, pero la deficiencia auditiva no será un hándicap en las primeras edades, ya que no tiene la capacidad para afectar de manera primaria, los recursos comunicativos de los niños afectados, como podría ser los casos de los niños autistas, por ejemplo. (Torres Monreal et al, 1995).

Sin embargo, al principio, al no tener acceso a la comunicación en un mundo de sonidos, carece de casi todo, la falta de audición les va a traer repercusiones sobre los mecanismos de adquisición del lenguaje, ocasionándoles retrasos y alteraciones de mayor o menor importancia, en función de la gravedad de la alteración auditiva. Su audición, por tanto, no será funcional para la vida. En el momento en que se tenga una perdida por mínima que sea, ya existirán problemas.

Se trata de una dificultad importante, que va a alterar la vida del sujeto que la padece, por que le hace mas difícil vivir en un mundo sonoro y comprenderlo, si no recibe estímulos y una educación adecuada.

Por si esto fuera poco, el lenguaje esta íntimamente unido al pensamiento y sus relaciones – como dijo Vygotsky- no son un hecho “sino un proceso, un continuo ir y venir del pensamiento a la palabra y de la palabra al pensamiento”. El pensamiento de un deficiente auditivo va a sufrir retrasos, y si no se ponen los medios a tiempo, tendrá problemas para alcanzar etapas de las operaciones formales, en las que ya pasamos de lo concreto a lo hipotético deductivo.

El deficiente auditivo, al igual que el oyente, necesita un lenguaje para convertirse en un aprendiz autónomo y poder así introducirse directamente en la corriente cultural y comunicativa de la mayoría. Esta lengua base, capaz de aprovechar las primeras experiencias lingüísticas del sujeto humano neonato y sin menoscabo de que en el futuro pueda ser introducido en la lengua de signos, es la lengua oral, en su doble expresión hablada y escrita. (Torres Monreal et al, 1995).

La comunicación gestual es un sistema de comunicación que incluye tanto los sistemas de signos como aquellos sistemas de comunicación concedidos con finalidad educativa, cuyo objetivo principal es la integración del deficiente auditivo tanto en la sociedad oyente como en la comunidad sorda (Torres y Sánchez, 1997).

Al nacer, deficientes auditivos y oyentes son igualmente competentes para desarrollar un sistema lingüístico de comunicación, ya que en la etapa prelingüística la comunicación está apoyada en los gestos. (Torres Monreal et al, 1995).

Los niños con deficiencia auditiva parecen especialmente dotados para desarrollar espontáneamente un sistema gestual de comunicación, que sigue un estrecho paralelismo con el desarrollo oral de su par oyente. (Torres Monreal et al, 1995).

Ahora bien, el desarrollo lingüístico del niño deficiente auditivo se va a ver afectado por un numeroso conjunto de variables entre las que cabe citar el tipo de modalidad educativa que reciba el niño (oral, signada, bimodal, palabra complementada, comunicación total), la edad de inicio en la estimulación lingüística, el nivel de participación en su entorno social, el tipo de programa que se aplica a su estimulación; el que condicionara el estimulo comunicativo lingüístico posterior-, el nivel de inteligencia de los niños, o el nivel sociocultural de su entorno familiar. (Torres Monreal et al, 1995)

Los niños con deficiencia auditiva hijos de padres oyentes, no están expuestos a un modelo lingüístico manual, ya que los padres oyentes no conocen la lengua de signos y no proporcionan input lingüístico signado a sus hijos, lo que produce que la variedad de gestos simbólicos sea muy limitada y la combinación de gestos simbólicos es prácticamente inexistente.

Durante los tres primeros años de su vida los niños con deficiencia auditiva que no están expuestos a una modalidad signada utilizan para comunicarse recursos prelingüísticos -que residen principalmente en gestos presimbólicos de deícticos y de indicación al igual que en los oyentes-, no observándose la creación de un sistema lingüístico gestual para el establecimiento del intercambio comunicativo. (Torres Monreal et al, 1995).

Aunque la situación más común de los niños con deficiencia auditiva que reciben estimulación signada es la de ser hijos de padres deficientes auditivos, existen casos también en que los hijos deficientes auditivos de padres oyentes reciben input gestual, aunque los niños con deficiencia auditiva de hijos deficientes auditivos adquieren con mayor rapidez el lenguaje de signos.

Con respecto al desarrollo lingüístico oral del niño deficiente auditivo Meadow (1980) citada en Torres Monreal et al (1995) explica esto atendiendo no solo al déficit auditivo, sino también a la escasez de refuerzos que reciben de los oyentes ante sus iniciativas comunicativas.

Esta autora observa que las verbalizaciones emitidas por los niños con deficiencia auditiva son frecuentemente incomprendidas, con lo cual no reciben reacciones adecuadas, ni refuerzos de los otros, algo que si reciben los niños oyentes. Las respuestas inconsistentes desconciertan al niño y pueden inhibir sus futuros esfuerzos para utilizar el lenguaje hablado.

Las investigaciones realizadas con madre-hijos deficientes auditivos apuntan hacia la idea de que con frecuencia se alteran los patrones comunicativos, se retrasan algunas de las funciones importantes para el desarrollo verbal: la función interrogativa; se presta poca atención a la complejidad cognitiva de los enunciados, etc. (Torres Monreal et al, 1995)

Todo esto apunta hacia la necesidad de incidir en los padres para que ellos intervengan de forma cada vez más efectiva además de temprana en la rehabilitación e integración de sus hijos deficientes auditivos, ya que éste va a repercutir directamente en la calidad de la educación que reciba, y en su rendimiento académico

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